sábado, 22 de junio de 2013

“El objetivo es el oro”

El experimentado delantero de la +45 de fútbol, Marcelo Katz, bajó línea con respecto al objetivo, pero aclaró: “Hay que disfrutar, porque el oro sin disfrutar no vale nada”. Además, el atacante celebrará su Macabeada número 13: “Es mi Bar-Mitzvah, jaja”, expresó con humor.

Sin lugar a dudas que es un hombre ganador por donde se lo mire. Logró muchas como jugador y consiguió la medalla dorada en las tres que disputó como técnico: en Buenos Aires, Australia e Israel, con la Open de fútbol. Ahora, con botines nuevamente, se ilusiona en grande.
“Estamos preparándoos tranquilos, pero bien, disfrutando del momento y de esta movida de FACCMA de juntar a todos los equipos que está muy buena como para conocerse antes de llegar a Ezeiza e Israel”, contó Katz que le gustó el encuentro deportivo que se realizó en Hacoaj.
A pesar de tener tantos torneos encima, las sensaciones cada vez se magnifican: “Las Macabeadas las vivo cada vez con más intensidad, es ese cosquilleo antes de entrar a la cancha. Lo lindo, lo digo siempre, es entrar a esos estadios, más allá de los partidos. Es algo que no se puede cambiar por nada”, contó el punta.
El jueves la Selección +45 realizó un amistoso y Katz analizó el encuentro: “No estamos a la par de la +35, tienen mucho mas ritmo que nosotros, pero fue un 0 a 0 bastante justo. Teníamos que cuidar la pelota y ellos no estaban con todos los titulares, nosotros tampoco, pero nos sirve para tener más ritmo. En Israel vamos a jugar contra rivales +45 y estos partidos, aunque perdamos, sirven para cuando recibamos allá la pelota tener un segundo más de respiro”.
Marcelo buscará conseguir el título en Israel, pero no se olvida que también hay que pasarla bien: “El objetivo allá es conseguir el oro. Siempre. Cien por cien. Y disfrutar, porque conseguir el oro sin disfrutar no vale nada. Además, en lo personal disfrutar y celebrar mi Bar-Mitzvah de Macabeadas, ya que cumplo la número 13, y lo voy a hacer en el Kotel, están todos invitados, jaja”, concluyó Katz una sonrisa.

Por Jonathan Steingard.

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