lunes, 1 de noviembre de 2010

Triunfazo para seguir soñando

HEROE. Inwentarz se calzó la pilcha de salvador.

Lamroth jugó un partidazo y le ganó a Hebraica 3 a 2 de local. Pudo definirlo en el primer tiempo, pero se le complicó y lo terminó sacando a flote. Y todavía lucha...

Era el partido para Lamroth. Aunque con una baja importante como la de su arquero “Chapa” Torres, en Benavídez se respiraba optimismo antes del partido. Claro, aunque la parada no era nada fácil: enfrente estaba Hebraica, club grande por donde se lo mire, aunque algo golpeado por algunas ausencias importantes como la de Dario Shraraer.
El local empezó con todo y tuvo las más claras. Primero con un mano a mano que Alan “Tanque” Inwentarz no pudo definir frente al arquero. Después Alexis Bezruk levantó su remate en el borde del área grande. Fue, finalmente, gracias a una pelota parada de Sebastián Inwentarz desde mitad de cancha que nadie tocó en la que Lamroth se puso en ventaja.
Sin embargo, no se quedó con el resultado. Lo fue a buscar. Pero Hebraica no se quedaba de brazos cruzados. Y Nicolas Dercauttan no llegó a conectar un centro de Brian Garber que hubiera sido el empate. Se terminaba el primer tiempo cuando tras otra pelota parada y de un rebote que quedó afuera del área el Tanque Inwentarz le pegó de afuera con su pierna menos hábil y la metió en el ángulo derecho. A descansar con el 2 a 0 bajo el brazo.
¿Definido? No. Parecía todo controlado, pero en apenas en 15 minutos Hebraica logró empatar. ¿Cómo? Gracias a un cabezazo de Dercauttan y a un gol en contra de Juan Mooorlag. Se daba vuelta la cancha. Ahora el protagonista era el conjunto de Pilar que tenía la pelota y Lamroth apenas podía salir de contra.
Pero en una de esas jugadas, y tras una buena arremetida de Schujman por derecha, Valentín Bombicino, quien había ingresado minutos antes, esquivó a un defensor y le pegó fuerte al palo derecho del arquero rival: 3 a 2.
No pasaría nada más. Hebraica intentaba pero sin tener situaciones claras. Lamroth aguantaba y salía de contra. Esperaba el pitazo final que llegaría tras ¡siete! minutos de descuento. Ese optimismo del principio se seguía respirando tras el pitazo final. Los tres puntos ya estaban en el bolsillo.

Por Sebastian Davidosvky.

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